Terapia Floral


Las Flores de Bach consisten en una terapia que nos conduce a  hacernos concientes de los estados mentales negativos que sostenemos en el tiempo; entre ellos: La impaciencia, el orgullo,el odio, el rencor, la ira, la crueldad, etc. y  desarrollar la virtud opuesta a dichos estados.

Constituye un original método terapéutico de las emociones, basado en las propiedades de 38 elementos vegetales y una doctrina filosófica. Su creador fue un médico homeópata (Edward Bach). Su objetivo principal es ayudar al paciente a alcanzar un autoconocimiento que le permita equilibrar sus emociones a fin de solucionar sus temores, ansiedades e incluso prevenir problemas físicos.

En la Terapia con Flores de Bach, hay que tener presente que los remedios florales (las esencias) no utilizan la materia física, ni los ingredientes químicos de la planta, sino la fuerza vital o energía esencial que se encuentra contenida en la flor. Esta “energía sanadora” se utiliza para tratar la causa de la enfermedad a un nivel sutil, armonizando los desequilibrios nuestra personalidad.

El Dr. Bach agrupó las 38 flores silvestres que pueden actuar sobre nuestras emociones, en siete grupos, de acuerdo con los malestares que las personas sufren.


La forma de administración propuesta, una vez preparadas por el Terapeuta (frasco de 30 ml.) son 4 gotas 4 veces por día, éstas pueden ser disueltas en un poco de agua o tomadas en forma sublingual, es decir, bajo la lengua.

Se recomienda no tocar el gotero con la boca. Las tomas deben estar como mínimo media hora alejadas de las comidas, del café y cigarrillo. A diferencia de la medicina convencional, no tiene sentido aumentar la dosis ya que el efecto se realiza por la información que aportan las flores y no por la cantidad ingerida. Si resulta necesario se puede aumentar o disminuir la frecuencia de la toma pero no la cantidad de gotas ingeridas.

Al igual que muchas otras terapias, es importante tomarlas de la forma recomendada y durante suficiente tiempo. En la mayoría de los casos, las personas que no obtuvieron buenos resultados es por no tomar las flores de manera adecuada o por desconocimiento y falta de aprendizaje según la Filosofía Bach o por no elección de las flores adecuadas. Un buen terapeuta sabe abordar estas trabas a la curación.

Cuando nuestras personalidades se desvían del camino trazado por el Alma, surge un conflicto real. Este conflicto es la raíz que causa la enfermedad, y esta no se erradicará más que con un cambio de actitud, respecto a una forma de pensamiento equivocada sostenida a lo largo del tiempo.

Lo que conocemos como enfermedad es la etapa terminal de un desorden mucho más profundo y para asegurarse un éxito completo en un tratamiento, es evidente que hay que eliminar la causa básica que genera este desorden interno. Hay un error primario y este es actuar en contra de la Unidad; esto se debe a  nuestro egoísmo.  La propia naturaleza de una enfermedad es una guía muy útil para poder descubrir cual es la acción errónea que se ha acometido contra la Ley divina de Amor y Unidad.

Las primeras “enfermedades” reales del ser humano son defectos como el orgullo, la crueldad, el odio, el egoísmo, la ignorancia, la inestabilidad y la codicia; y cada uno de estos defectos, tomado por separado, es adverso a la Unidad. Defectos como éstos son las auténticas enfermedades (utilizando la palabra en su sentido moderno), y es la continuidad y persistencia de ellos, lo que precipita en el cuerpo los resultados perjudiciales que conocemos como enfermedad. 

Ésos son ejemplos de enfermedades reales, origen y base de todos nuestros sufrimientos y angustias. Cada uno de esos defectos, si se persevera en ellos pese a la voz de nuestro Ser Superior, producirá un conflicto que necesariamente se habrá de reflejar en el cuerpo físico, provocando un tipo específico de enfermedad.

En definitiva, cualquier tipo de enfermedad que podamos sufrir nos llevará a descubrir el defecto que yace bajo nuestra aflicción. Por ejemplo, el orgullo, que es arrogancia y rigidez de la mente, dará lugar a las enfermedades que producen rigidez y entumecimiento del cuerpo. El dolor es el resultado de la crueldad, y el paciente aprende con su sufrimiento personal a no infligirlo a los demás, desde un punto de vista físico o mental. 

Los castigos del odio son la soledad, los enfados violentos e incontrolables, los tormentos mentales y la histeria. Las enfermedades de la introspección -neurosis, neurastenia y condiciones semejantes-,que privan a la vida de tanta alegría, son provocadas por un excesivo amor a sí mismo, el egoísmo. La ignorancia y la falta de sabiduría traen sus dificultades propias a la vida cotidiana y, además, si se persiste en negarse a ver la verdad cuando se nos brinda la oportunidad, la consecuencia es una miopía y mala visión y una audición defectuosa. 

La inestabilidad de la mente lleva al cuerpo a la misma condición, con todos esos desórdenes que afectan al movimiento y a la coordinación. El resultado de la codicia y del dominio de los demás son esas enfermedades que harán de quien las padece un esclavo de su propio cuerpo, con los deseos y las ambiciones frenados por la enfermedad.

La prevención y curación de la enfermedad se logrará descubriendo lo que falla en nosotros, erradicando ese defecto con un desarrollo adecuado de la virtud que la ha de destruir; no combatiendo el mal, sino aportando tal cantidad de la virtud opuesta que quedará barrido de nuestra naturaleza.